Estudios

Al estudio de Santa Catalina (como mística y como profetisa), difundido por obra de sus discípulos y atestiguado por la iconografía, se unió el interés por los escritos de la Santa de Siena y, en consecuencia, por su lengua, su pensamiento y su espiritualidad. La vasta tradición manuscrita, que alcanzaba especialmente ambientes monásticos, eclesiásticos y de espiritualidad laica, fue pronto sustituida por una más vasta aún difusión impresa, sobre todo a partir de la edición de las Cartas catalinianas (1500), publicadas por Aldo Manuzio y posteriormente gracias a la edición de Girolamo Gigli (1707-1721).

Pero la implicación de Catalina en la historia civil de su tiempo indujo, en la Italia del Risorgimento y del Post-Risorgimento, a la interpretación en clave nacionalista de sus llamadas a la paz y a la reconciliación, mientras que su empeño por la reforma de la Iglesia y su aspiración al “pasaje” entre los no cristianos en Tierra Santa fueron entonces leídos en sentido romanocentrista y apologético. La crítica literaria (De Sanctis, Croce, Sapegno) reaccionó en cierto modo ante tales tendencias hacia una enfatización retórica de los textos catalinianos, ya que redimensionó su valor desde el punto de vista poético. Pero la figura de la Benincasa acompañó poco a poco, como Patrona de Roma (1866) y de Italia (1939), la historia nacional, con las complicadas relaciones entre la Iglesia y el Estado. La historia de Catalina fue leída en clave apologética (Alfonso Capecelatro, 1856) o católico-liberal (Niccolò Tommaseo, 1860), hasta las interpretaciones en clave nacionalista de época fascista.

Sin embargo, la figura de la sienesa había llamado la atención de dos estudiosos británicos: Augusta Theodosia Drane, autora de una importante biografía (1880, traducida al italiano en 1911) basada en fuentes documentales, encuadra, con los perfiles de sus discípulos, la figura de Catalina en el ambiente de su familia espiritual; Edmund Gardner inserta a Catalina en el ambiente religioso, literario e histórico de la Italia de Trecento (1907) y, durante su investigación, descubre ocho cartas inéditas, elevando a 381 la cifra de las hasta entonces conocidas.

Pero con el mayor conocimiento sobre Catalina, sus audaces intromisiones en la vida política, su franqueza en el aconsejar incluso a las mayores autoridades, la profundidad de su pensamiento, que se deja traslucir en su dictado, decididamente personal y eficaz, aparecían como incompatibles con la clase social de su familia, con su joven edad y con su falta de instrucción. Se presentaba, por tanto, la necesidad de una investigación y una valoración crítica de la figura de Catalina, de su vida y de su obra.

A esta tarea se dedicó Robert Fawtier en la primera veintena del siglo XX, y sus conclusiones fueron netamente negativas: él negó a Catalina la paternidad de sus escritos y puso en duda la sinceridad de las fuentes biográficas, contaminadas, a su parecer, por el deseo de alcanzar lo más rápido posible la meta de la canonización.

Su crítica negativa no tardó en suscitar reacciones: Eugenio Duprè Theseider, estudioso al corriente de los diferentes componentes de la investigación histórica, propuso en 1927 la realización de un repertorio iconográfico de Santa Catalina ("Studi cateriniani", 4,1927, n. 2/3, p. 100-105) y en 1936 la Universidad de Siena instituyó una Cátedra Cataliniana para el estudio crítico y para la publicación de las fuentes biográficas. La actividad de la Cátedra fue interrumpida en 1942 por las dificultades surgidas a raíz de la Segunda Guerra Mundial.

La referencia más puntual y somera a las fuentes permitió a Giovanni Getto legitimar el papel de Catalina en la historia literaria italiana (1939) y a él se unieron Vittore Branca y Giorgio Petrocchi, mientras que el Instituto Histórico Italiano para el estudio de la Edad Media (Istituto Storico Italiano per il Medioevo) publicó en 1940 el primer volumen del Epistolario en una edición crítica, llevada a cabo por Eugenio Duprè Theseider, en el ámbito de sus estudios sobre asuntos del Papado en el Trecento.

Siguiendo la sucesión cronológica propuesta en 1860 por Tommaseo, el Epistolario  había tenido ya varias ediciones en el siglo XX: entre ellas, la edición de Piero Misciattelli (1913) presentaba una interesante innovación, ya que publicaba en su apéndice algunas cartas de los discípulos de Catalina.

El texto de las 383 cartas, criticamente revisado a partir de los principales manuscritos, fue publicado en 2002 por Antonio Volpato en formato electrónico, provisto de un motor de búsqueda. Actualmente la edición de Volpato, acompañada del aparato crítico y notas, es publicada paulatinamente en este sitio internet. Una nueva edición crítica es in preparación en el “Istituto Storico Italiano per il Medio Evo”.

En cuanto al Diálogo, las nuevas ediciones, a principio del siglo XX, estaban basadas en el texto de los códices más antiguos y fiables; Matilde Fiorilli (1912) reproducía el de Siena I.II.9 e Innocenzo Taurisano presentaba el Casanatense 292 (1928; 19472). Este mismo códice fue publicado por Giuliana Cavallini (1968; 19952) con una edición crítica que recuperaba el esquema original de la obra, manipulado por un impresor del Cinquecento: la división del texto en cuatro “tratados”, totalmente arbitraria, había sido reproducida continuamente en las ediciones sucesivas.

En la misma colección “Testi Cateriniani”, Giuliana Cavallini publicó, por primera vez en edición crítica, las Oraciones  (1978) y, en colaboración con Imelda Foralosso, la "editio princeps" (1974) del texto integral del Libellus de Supplemento, de Tommaso da Siena, dicho el Caffarini, que registra interesantes detalles biográficos, no incluidos en la Legenda Maior.

Un establecimiento de los textos catalinianos filológicamente fundado abre por fin el camino al estudio de la lengua de Catalina y de su ambiente, prestándose actualmente una especial atención a la escritura mística.

La renovada disponibilidad de los textos catalinianos, indispensable para su utilización como fuentes históricas y hagiográficas, ha aportado una nueva vitalidad al estudio de la doctrina espiritual de Catalina, pero también, bajo un punto de vista propiamente teológico, sus escritos (y especialmente el Diálogo) han suscitado interés, antes y después del Concilio Vaticano II, por parte de figuras tales como Charles Journet, Jacques Maritain, Hans Urs von Balthasar, Giambattista Montini, culminando en 1970 con la proclamación de Santa Catalina como “Doctor de la Iglesia”, junto a Santa Teresa de Ávila.

Desde fines de los años 70 se reanudó, por iniciativa del CISC, una investigación iconográfica a nivel mundial, dirigida a la publicación de una Iconografía de Santa Catalina de Siena. El primer volumen, dedicado a la Imagen, fue publicado en 1988 por Lidia Bianchi, junto a Diega Giunta, que actualmente está preparando el segundo volumen (dedicado a las Escenas de su vida).

En 1980, en el sexto centenario de la muerte de Catalina, fue promovido por el Orden de los Dominicos un Congresso Internazionale di Studi Cateriniani (Siena-Roma, 24-29 de abril de 1980): el Centro Nacional de Estudios Catalinianos colaboró en su organización y ofreció su contribución científica por medio de conferencias presentadas por algunos de sus miembros. Al mismo tiempo, el Simposio Internacional Cataliniano-Bernardiniano celebraba en Siena (17-20 de abril de 1980) la coincidencia de la fecha de nacimiento de Bernardino con la de la muerte de Catalina.

Desde entonces, se ha registrado en diferentes países un fuerte incremento del interés por la figura y la obra de la sienesa, como se puede ver a partir de las numerosas traducciones de sus escritos y de la Legenda maior, ahora con una edición crítica de Silvia Nocentini (SISMEL - Edizioni del Galluzzo, Florencia 2013). En concreto, Suzanne Noffke, para el Epistolario traducido por ella misma al inglés (2000-2008), propuso una ordenación cronológica fundada en criterios lingüísticos novedosos.

La Bibliografia Analitica di S. Caterina da Siena (publicada por el CISC desde 1971 y ahora consultable on line) especialmente a partir del 2000 da cuenta de la expansión geográfica de los estudios catalinianos.

Visto 6352 veces Modificado por última vez en Viernes, 25 Junio 2021 08:08
Valora este artículo
(0 votos)